Sumergirse a grandes profundidades representa un desafío físico importante para el cuerpo humano, y mecánico para los relojes. Este reto es aún más relevante en el buceo de saturación, una técnica surgida en la década de 1960 para posibilitar que los profesionales que trabajan en infraestructuras submarinas hagan inmersiones de larga duración a grandes profundidades y durante varios días. La invención y el uso de la válvula de helio, un componente relativamente sencillo pero muy funcional, están vinculados con este tipo de buceo. Además, demuestra el ingenio de las empresas del sector para resolver los problemas que enfrentan quienes usan y confían en sus relojes.
En el buceo de saturación, los submarinistas deben recurrir a mezclas respiratorias que contienen una gran proporción de helio, a fin de paliar la toxicidad que el aire adquiere bajo el efecto de la presión. Además, tienen que permanecer en cámaras hiperbáricas o campanas de buceo en las que la presión sea equivalente a la que reina en la profundidad en la que trabajan. Desde ahí hacen sus inmersiones y así se someten a un solo proceso de descompresión, para eliminar gradualmente el helio absorbido por su organismo al concluir su labor.
En esas cámaras hiperbáricas también se utiliza helio, un gas con átomos tan finos que se cuela entre las juntas de hermeticidad de los relojes. El problema se presenta en el proceso de descomprensión, pues la presión de la cámara decrece y las moléculas de helio se expanden y se quedan atrapadas en la caja. La presión en el interior del reloj no se equilibra lo suficientemente rápido con la que prevalece en la cámara. Esto puede ocasionar daños a la pieza o hacer saltar o estallar el cristal. La solución que se desarrolló fue la válvula de helio, y es aquí donde vale la pena sumergirnos en su origen.
El gran escape
Rolex, con una trayectoria destacada en el desarrollo de relojes herramienta para los pioneros de la exploración submarina, presentó la patente de la válvula de helio en 1967. El objetivo de la invención era que el gas pudiera escapar sin que la hermeticidad del reloj se viera afectada. Para ello, Rolex creó una válvula unidireccional que se activa automáticamente cuando la presión interna de la caja es demasiado elevada. El mismo año, la marca de la corona lanzó el Sea-Dweller (habitante del mar), con una estanqueidad garantizada de 610 metros de profundidad y dotado de una válvula de helio. Por supuesto, se convirtió en el instrumento ideal para los submarinistas de saturación.
En el caso de los relojes de submarinismo profundo de Rolex –el Sea-Dweller y el Deepsea–, la válvula de helio aparece como un pequeño círculo enroscado en un flanco de la caja. Está formada por un cilindro hermético en el que se desliza un pistón rodeado por un muelle. El pistón permanece cerrado y herméticamente pegado al cilindro mientras la diferencia entre la presión en el interior de la caja y la que reina en la cámara hiperbárica sea inferior a 2.5 bares. Si es superior, el pistón se desliza de manera automática hacia el exterior y deja escapar el exceso de presión interna. Una vez que la presión se iguala, el pistón regresa a su posición sin ninguna intervención del propietario.
Otras marcas cuentan con sus propias versiones de válvula de helio. En el caso de los Seamaster Diver 300M y Planet Ocean 600M de Omega, es una corona adicional que hay que desenroscar de forma manual para que el helio atrapado salga de la caja y debe permanecer abierta durante todo el proceso de descompresión. Al terminar, hay que cerciorarse de que quede debidamente sellada.
Un modelo importante en esta historia es el 300T Conquistador de Doxa, un reloj de buceo lanzado en 1969 que ya estaba equipado con válvula de helio. Asimismo, este dispositivo ha sido parte de modelos de mucho renombre, como el 500 Fathoms de Blancpain, el Superocean de Breitling, el Pelagos de Tudor, el Luminor Submersible de Panerai y el ProDiver de Oris.
Este año no ha estado exento de nuevas piezas equipadas con válvula de helio, que también se distinguen por su equipamiento robusto para el buceo profesional, como la resistencia a los golpes, el magnetismo y la corrosión, así como una extraordinaria hermeticidad. Ejemplo de ello son el Mido Ocean Star 600 Chronometer, el TAG Heuer Aquaracer Professional 1000 Superdiver, el Tissot Seastar y el Seamaster Diver 300M Professional con carátula y bisel verde de Omega.
Algo que vale la pena enfatizar es que la válvula de helio no interfiere con la profundidad a la que se puede sumergir un reloj. De hecho, muchos de los diver más famosos no tienen una válvula de helio porque, en realidad, no la necesitan. La norma internacional ISO 6425, el estándar para los relojes de buceo, no la incluye como uno de sus requisitos. A pesar de que el buceo deportivo o recreativo no amerita tenerla o activarla, muchos entusiastas y coleccionistas de relojes diver buscan tener guardatiempos a prueba de todo, sabiendo que en su muñeca cuentan con un aliado que no solo podría acompañarlos al fin del mundo, sino a lo más profundo del océano.
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