Happy Diamonds de Chopard ha dejado una huella indeleble en la joyería contemporánea; ha traspasado las fronteras y ha hecho de los diamantes un símbolo de opulencia con una pizca de diversión, de gozo y felicidad.
Así nació Happy Diamonds
Durante un paseo por la Selva Negra de Alemania en la década de 1970, un diseñador que trabajaba para Chopard se emocionó al ver una cascada y las miles de gotas de agua que escapaban de ella, reflejando la luz del día y brillando con todos los colores del arcoíris.
Esta visión desató una idea brillante: para que los diamantes brillen al máximo tienen que ser liberados de las garras que los sujetan. Fue así como surgió el concepto Happy Diamonds, destinado a un futuro brillante.
«Los diamantes son más felices cuando están libres»: Karin Scheufele.
Y así Chopard dio la bienvenida a la primera creación con diamantes móviles. Nació un ícono que rápidamente se puso de moda y se llamó Happy Diamonds. El resultado fue un éxito instantáneo, en 1976 obtuvo el galardón más alto, el Baden-Baden Gold Rose. Mientras que al año siguiente, el revolucionario concepto tuvo un gran impacto en la Feria Mundial de Relojería y Joyería de Basilea.
Sin embargo surgieron muchos obstáculos técnicos entre el atrevido concepto y su realización de cara a la comercialización. Uno de los principales fue que el elemento más duro del mundo pudiese dañar el cristal de zafiro. Sin embargo, los artesanos lograron resolver el problema rodeando el diamante con una guarda de oro apenas visible, de modo que sólo el oro estaría en contacto con el cristal.
La experiencia también reveló que si uno redondeaba la base inicialmente plana del pequeño estuche de oro, los diamantes lograban mucha movilidad. Así, las piedras podrían girar alrededor de la carátula y también sobre su propio eje. Diamantes blancos, negros o rosas, rubíes, zafiros y esmeraldas compiten entre sí para mostrar su belleza y luminosidad en su joyero de oro. Las variaciones son infinitas.
Treinta años después, este concepto vanguardista protegido por una patente internacional no ha envejecido ni un ápice. Ha tenido un impacto profundo en la historia de la Casa Chopard y en la de la joyería contemporánea.
