El calendario perpetuo de IWC, que ahora regresa en la colección Portofino, es una de las grandes innovaciones relojeras del siglo XX. Presentado en 1985 y desarrollado por Kurt Klaus, antiguo relojero jefe de la Casa, consta de un módulo de menos de 100 piezas que permite ajustar todas las indicaciones, incluidas las fases de luna, mediante la corona. Gracias a esto, si el cliente deja de usar su IWC durante algún tiempo, todas las indicaciones se pueden avanzar en saltos de un día hasta la fecha correcta girando la corona. En contraste, en otros calendarios perpetuos hay que presionar varios pulsadores y se requiere la intervención de un relojero.
Programado mecánicamente, el calendario perpetuo de IWC reconoce las diferentes duraciones de los meses e, incluso, añade automáticamente un día adicional a febrero en los años bisiestos. Además, solo necesita un ajuste manual cuando hay cambio de siglo y no es año bisiesto, como en 2100, 2200 y 2300. Además, la fase lunar perpetua se desvía del ciclo lunar real en un solo día cada 577.5 años.
Como mencionamos antes, esta maravilla está de regreso en la elegantísima línea Portofino con dos versiones. En la Ref. IW344601, la caja hecha en acero inoxidable se combina con una carátula chapada en plata y agujas y apliques chapados en rodio. Se trata del primer Portofino Calendario Perpetuo que se fabrica en este material.
En la segunda versión, la Ref. IW344602, la caja es de oro rojo de 18 quilates con una carátula también chapada en plata y agujas y apliques chapados en oro. Ambos relojes miden 40 mm de diámetro, lo que los convierte en los modelos con calendario perpetuo más pequeños de todas las colecciones de IWC. También los dos se complementan con correas azules fabricadas en piel de becerro suizo rastreable, como parte del compromiso con la sostenibilidad de la firma.
Los Portofino Calendario Perpetuo cumplen con una de las exigencias más importantes para las piezas con esta complicación: la legibilidad. La información del calendario se indica en tres subcarátulas: la fecha se muestra a las 3 horas, el mes a las 6 y el día de la semana a las 9. Este último también contiene un pequeño indicador de año bisiesto, en el que una “L” roja señala los años bisiestos en los que el mecanismo insertará automáticamente el 29 de febrero. El indicador perpetuo de la fase lunar está integrado en el mes a las 6 horas. En él, la luna se muestra sobre un fondo de un cielo nocturno colmado de estrellas.
Al darle la vuelta a estos relojes, descubrimos el calibre 82650 fabricados por IWC en su moderna manufactura de Schaffhausen. Cuentan con el eficiente sistema de cuerda automática desarrollado en la década de 1950 por el antiguo director técnico de IWC, Albert Pellaton. Gracias al uso de los movimientos más leves de la masa oscilante en ambas direcciones, este sistema puede garantizar 60 horas de reserva de marcha. Los componentes del sistema de cuerda automática que sufren los mayores roces están hechos en cerámica de óxido de circonio, un material prácticamente inmune al desgaste. Además, el rotor lleva el medallón “Probus Scafusia” en oro macizo, que es un símbolo del compromiso de IWC con la excelencia técnica, la calidad y la sostenibilidad.
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