El Portugieser ocupa un lugar de honor entre los relojes nacidos en el siglo XX. La pieza que inspiró la colección moderna tenía una estética tan pura como los modelos actuales y surgió de una forma curiosa. En la década de 1930, dos hombres de negocios portugueses encargaron a la Manufactura un reloj de pulsera con la precisión de un cronómetro marino. La ingeniosa solución, presentada en 1939, fue poner el mecanismo de un reloj de bolsillo para cazadores sumamente preciso en una caja redonda de 41.5 mm de diámetro, un tamaño considerable para la época.
La carátula, abierta y limpia, era similar a las de los relojes de cubierta que IWC Schaffhausen hacía para la Real Armada Británica y que eran fáciles de leer, pues se usaban como instrumentos de navegación. Así nació la referencia 325, con los números arábigos aplicados, las manecillas delgadas feuille (hoja), un realce simple y un pequeño segundero a las 6 horas. IWC la resucitó en 1993 para conmemorar el aniversario 125 de su fundación y la bautizó Portugieser por aquellos portugueses.
Hoy en día, Portugieser se ha diversificado en versiones con distintas complicaciones. En 2022, IWC introduce dos nuevas variaciones de los modelos Portugieser Automático y Portugieser Cronógrafo. El diseño de estos lanzamientos es de tipo “panda” porque combina un color claro en la carátula con un color oscuro en las subcarátulas, como si se tratara de la cara de uno de esos osos. Este estilo tuvo su auge en los cronógrafos de las décadas de 1960 y 1970, ya que el contraste favorece la legibilidad y le da un aspecto único. En los últimos años, con la fiebre vintage de la relojería, ha resurgido con mucha fuerza en las piezas de las grandes manufacturas y sin limitarse a los cronógrafos.
Las carátulas “panda” han aparecido con frecuencia en la colección Portugieser de IWC. En esta ocasión, las carátulas blancas tienen un acabado lacado pulido, mientras que las subcarátulas azul oscuro lucen un acabado azurage con espirales muy juntas. La refrescante elección cromática se inspira en el mundo náutico y es un guiño a los orígenes del Portugieser, cuya estética, como mencionamos antes, se basaba en los relojes de observación de las cubiertas de los barcos.
Portugieser Automático
La primera de las novedades es el Portugieser Automático (Ref. IW500715) con una caja de 42.3 mm de diámetro en acero inoxidable. Por supuesto, la carátula es blanca y azul, y tanto las manecillas feuille como los números son azulados. Tiene un pequeño segundero a las 9 horas y una indicación de la reserva de marcha a las 3 horas, además de una ventana de fecha a las 6 horas. Es un reloj elegante, atemporal y con un equilibrio perfecto, que se complementa con una correa de piel de aligátor azul.
IWC tiene una de las manufacturas más modernas y avanzadas de Suiza, donde fabrica el mecanismo que impulsa al Portugieser Automático. Se trata del calibre 52010 con el sistema de cuerda automática Pellaton, que ha sido reforzado con componentes de cerámica para eliminar el desgaste. Además, ofrece una más que generosa reserva de marcha de siete días gracias a dos barriletes. El reverso del reloj está protegido por un cristal de zafiro que permite apreciar la belleza de este movimiento, con el rotor calado y el medallón que dice “Probus Scafusia”.
Portugieser Cronógrafo
La segunda novedad es el Portugieser Cronógrafo (Ref. IW371620) con una caja de 41 mm de diámetro en acero inoxidable. Como en el modelo anterior, las manecillas son tipo hoja y en la carátula prevalece la combinación de blanco y azul. El contador de minutos del cronógrafo está a las 12 horas y el pequeño segundero a las 6 horas. Tiene un discreto realce con una escala de segundos.
Pese a tratarse de un reloj eminentemente deportivo, es muy sutil y sofisticado. IWC ha optado por dotarlo de una correa de caucho azul duradera, resistente y flexible, que asegura la comodidad en cualquier circunstancia. Su mecanismo, también fabricado por la Manufactura, es el calibre 69355 de carga automática con 46 horas de reserva de marcha y un diseño de rueda de pilares. Es visible a través del reverso de la caja de cristal de zafiro.
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