Cuando se tiene una historia de innovación como la de Omega, se pueden crear mecanismos tan increíbles como el Master Co-Axial Chronometer Calibre 1932, que impulsa dos relojes nuevos e igual de extraordinarios: The Olympic 1932 Chrono Chime y The Speedmaster Chrono Chime.
El desarrollo del Calibre 1932 tomó seis años y contó con la participación de Blancpain, otra marca de Grupo Swatch. Es el primer movimiento de su clase, pues fusiona un cronógrafo con una repetición de minutos no mediante capas de componentes, ajustes o la colocación de piezas nuevas junto a las antiguas, sino fusionando ambas funciones. Es el calibre más complicado que Omega haya fabricado jamás y requiere su propio “cerebro” mecánico para marcar el tiempo transcurrido.
Como el Calibre 1932 late a 5 Hz para indicar 1/10 de segundo, uno de los muchos retos que enfrentaron los relojeros fue el de ampliar los límites del escape Co-Axial de Omega, que está hecho para funcionar a una frecuencia de entre 3 y 4 Hz. Además, tuvieron que añadir tres levas de timbre, incluir dos funciones de seguridad para evitar manipulaciones indebidas e integrar una función de split-seconds. Por si fuera poco, para alcanzar la categoría de Master Chronometer, tiene que soportar campos magnéticos de 15,000 gauss, por lo que requiere de 50 componentes no ferrosos.
El resultado es una maravilla tecnológica que requirió 17 patentes, pero también es una obra de arte. El Calibre 132 está hecho a mano con 46.44 gramos de oro y acabado satinado y pulido a espejo.
The Olympic 1932 Chrono Chime
Como mencionamos, el Calibre 132 está presente en el reloj The Olympic 1932 Chrono Chime, hecho en oro Sedna de 18 quilates. En la esfera con esmalte Grand Feu vemos un realce interior con un guilloché de plata 925 hecho a mano. Las dos subesferas tienen el exclusivo diseño de “ondas acústicas” de Omega, una representación visual exacta de las ondas sonoras producidas por las campanadas del reloj.
El oro Sedna no solo es atractivo, sino que produce un hermoso sonido al ser golpeado. Unos martillos dobles, provistos de un inserto de acero endurecido, golpean unos gongs de oro Sedna de 18 quilates, afinados a mano por los relojeros de la Casa. Estos gongs, fijados al cuerpo de la caja para producir el máximo timbre, son un guiño a las campanas usadas por Omega para señalar la última vuelta en los Juegos Olímpicos y otros eventos deportivos.
The Olympic 1932 Chrono Chime vincula el primer reloj de pulsera con repetición de minutos del mundo, producido por Omega en 1892, con los cronógrafos de bolsillo utilizados por la Casa para cronometrar los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932. De hecho, los números arábigos y la pista de minutos en esmalte negro Petit Feu son un homenaje a 1932. El reloj tiene dos segunderos centrales de cronógrafo: una de oro Sedna con PVD azulado y otra barnizada en rojo. A las 12 hay un totalizador de 15 minutos y a las 6, un pequeño segundero.
Con respecto a los pulsadores, el de la repetición de minutos, ubicado a las 5, está decorado con una nota musical pulida y grabada. Y el de la función split-seconds, a las 11, tiene un anillo pulido relleno de cerámica híbrida roja para identificarlo con el segundero central del mismo color.
El reverso de la caja de The Olympic 1932 Chrono Chime tiene grabado: Official Timekeeper of the Olympic Games, Co-Axial Master Chronometer y el número del reloj. La correa de piel marrón se puede sustituir fácilmente por una correa de piel adicional y dos cordones de piel que permiten usarlo como un reloj de bolsillo o un cronómetro alrededor del cuello. Se entrega en una caja de nogal con una placa de resonancia hecha de abeto para amplificar el tono, la armonía y la duración de cada campanada.
La caja de presentación de nogal también suena tan bien como parece. Cuenta con una placa de resonancia hecha de abeto para amplificar el ritmo preciso el tono, la armonía y la duración de cada campanada.
The Speedmaster Chrono Chime
El segundo reloj equipado con el Calibre 1932 es la edición numerada The Speedmaster Chrono Chime. Su caja de 45 mm también es de oro Sedna de 18 quilates. Se inspira en la segunda generación del Speedmaster, el CK 2998, que fue el primer reloj usado en el espacio hace 60 años.
En este caso, la carátula de esmalte Grand Feu azul aventurina tiene un realce interior y unas subesferas en oro Sedna con el mismo patrón de “ondas acústicas”. Los índices y las manecillas de horas y minutos son de oro Sedna pulido con diamantes, al igual que los dos segunderos centrales del cronógrafo, aunque uno de ellos tienen la punta roja. El pulsador de la repetición de minutos está a las 8 y el de la función split seconds está a las 2. Los relojeros tuvieron que darle vuelta al calibre para adaptarlo a la configuración de la caja y de las dos subesferas. El brazalete y la hebilla son de oro Sedna.
Quienes adquieran este Speedmaster, también recibirán la caja de presentación especial de nogal con placa de resonancia.
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