Dentro de los 7 relojes must have para el coleccionista hemos seleccionado piezas cuya historia, nombre y peso específico superan las fronteras.
Hablamos de relojes que no pueden faltar en cualquier colección de un amante de las máquinas que miden el tiempo. ¿Por qué no 10 o 5? Porque la semana tiene 7 días…
Tourbillon de Breguet
Al tratarse de la complicación, mecánica, más aplaudida por los expertos. Desde nuestro punto de vista no debería haber un tourbillon en su colección si no se tiene, por principio de cuentas, un ejemplar de Breguet. Creador del torbellino en 1798 y patentado en 1801, esta idea genial continúa evolucionando hasta la fecha. Breguet es amo y señor de esta ejecución, descubra la selección de Ultrajewels con nuestro Concierge(998) 109 0940.
Repetición de minutos de Patek Philippe
La Casa ginebrina se distingue por probar, pieza por pieza, la calidad sonora de sus repetidores o relojes con sonería. Tanto Philippe Stern, en su momento, como Thierry Stern, continúan la tradición de aprobar este tipo de referencias. Por ello, si eres amante de esta lúdica complicación, Patek Philippe es un must.
Blancpain Fifty Fathoms
De 1953 a la fecha, esta pieza es la que sentó las bases de la relojería profesional para la práctica del buceo. Así como algunas marcas inventaron el tourbillon, el reloj de pulsera o el GMT, la firma de 1735 que, además es la más antigua de la relojería suiza, demostró lo que se necesitaba para hacer un reloj de inmersión.
Reverso de Jaeger-LeCoultre
La pieza data de 1931, momento en el que el art déco dictaba las normas estéticas y por ello su caja rectangular. De herencia deportiva, fue creado para proteger el cristal cuando se practicaba el deporte de los reyes, polo. Con más de 85 años, este modelo ha albergado grandes complicaciones pero, sin duda alguna, su principal característica es la personalización gracias a la construcción de su caja.
Santos de Cartier
Es, nada más y nada menos, que pionero en la relojería de pulso para hombres. En 1904 se entregó la primera referencia a Alberto Santos-Dumont, padre de la aviación y gran amigo de Louis Cartier, quien desarrolló una ejecución inspirada en el París del –entonces– nuevo siglo XX.
Speedmaster de Omega
Puede ser Moonwatch o no, se trata un clásico dentro de los clásicos. Fue desarrollado para cronometrar autos, pero su futuro era llegar más lejos, hasta la Luna. El crono presentó, por vez primera, una escala taquimétrica adicional a la función de cronometría deportiva. Original de 1957, el famoso Speedy es un clásico, un objeto de culto dentro de la relojería.
Monaco de TAG Heuer
Recién cumplidos 50 años, se trata del primer cronógrafo automático cuadrado de la historia. El emblemático Calibre 11 dio vida a las horas, minutos y segundos bajo una ejecución que no fue exitosa entre periodistas, pero lo fue en el punto de venta. Steve McQueen lo inmortalizó con Le Mans 1971, y hoy día cuenta con todas las cartas de tecnología para seguir su paso inmortal.
El Primero de Zenith
Es y será el campeón en la relojería de alta frecuencia desde 1969, su movimiento mecánico automático de cronógrafo integrado es uno de los mejores “motores” en la historia. Las 36 mil alternancias por hora dan posibilidad de contar la décima de segundo con total fiabilidad y robustez. Tan grande es su leyenda que por varios años fue motor del emblemático Daytona.